La playa

(Trucos para evitar el melanoma)

Si pensamos en melanomas de piel pensamos en cancer y si pensamos en evitarlos pensamos en crema de protección solar factor comisiones madrileñas. Normalmente esta delgada barrera de aceite es suficiente para garantizar que ningún díscolo rayo UV (de Ultra Villano) ose interactuar con alguna inocente célula dérmica y la vuelva tan loquita como para obligarla a hacerse duplícados descontrolados de sí misma con la misma urgencia frenética con la que algunos y algunas se hacen fotos de ellos mismos y ellas mismas para clonarse digitalmente. Llamarlos selfies si queréis.

Es agosto y estoy en la playita.

Hay una joven sobre una toalla jugando con un niño pequeño. Lo de joven lo imagino por la edad del nene y la del macho que la vigila mientras se broncea.

Él, ella no se broncea. Ella va cubierta con un sudario negro de pies a cabeza.

Supongo que como en cualquier otra secta de primera división (y los católicos entendemos de eso) el lavado de cerebro es de alta calidad de modo que la muchacha acepta la situación sin hacerse muchas preguntas, pero a mi me asalta una inmediatamente:

¿Por qué yo tengo que ser testigo, aquí, a escasos cinco kilómetros de mi casa, sita en lo que se consideraría territorio civilizado, de semejante majadería?

En mi humilde opinión la situación es absolutamente indigna y humillante.

Lo es en primera instancia para la joven obligada a sufrir los rigores del sol bajo un manto negro, privada a la vez de los beneficios físicos que la exposición moderada a su radiación (la no UV) nos aporta y por tanto motivo principal de acudir a una playa.

Es indigna y humillante por esa privación forzosa y por las connotaciones explicitamente sexistas de la degradante escena.

Y es indigna y humillante para ella, sí, pero también lo es para mí y lo es para tí. O lo sería si eres una persona con valores humanos. Y lo es para las docenas de personas con valores del siglo XXI que ven la estampa y sienten impotencia y, en silencio, piensan lo mismo que yo porque, para colmo, seguramente atreverse a comentar el hecho sería como tatuarse ProArio en font Arial 80 entre sién y sién.

No lo pillo.

Si viajamos a su tierra nos vemos obligados a respetar sus retrógradas normas para que ellos no se ofendan y nosotros no acabemos descalabrados o peor. ¡Está bién oye!, tu país tus leyes. Si no me gustan puedo elegir dejar el DeLorian en el garaje y no viajar al Pleistoceno.

Pero ¿qué pasa cuando ellos vienen aquí? Pues que también nos imponen sus hábitos y como nuestra secta no habla de lapidaciones en serie pero sí de que te quedes muy quieto para que te hostien en la otra mejilla pues les dejamos hacer. De nuevo somos nosotros los obligados a acatar de buen grado que nos golpeen con su barbarie.

Y eso ya no esta nada bien porque mientras que ellos sí pueden elegir no visitarnos si no les va nuestro rollo, yo no puedo elegir que no lo hagan si no me va el suyo.

¡¡Hay que joderse!! Si va a ser que soy racista y todo …

Bienvenido nanolector !!! ¿que te cuentas hoy?

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