El abecedario del inconformismo

El abecedario del inconformismo o dicho de otra manera: ¿En que coño estaría yo pensando para escribir esto?

EL ABECEDARIO DEL INCONFORMISMO

A es consciente de que existen lugares en el mundo, ciudades las llaman, donde el agua mana cristalina y pura de caños instalados en sólidas viviendas, lugares con comercios y restaurantes, con escuelas y médicos donde la gente obtiene lo esencial para llevar una vida digna. En su árido poblado de chozas de cañas secas, barro rojo y epidemias, para A incluso imaginar tales lujos se hace difícil. También sabe que B vive en una de esas ciudades, a veces le envía fotos y debe de ser una persona acaudalada porque gracias a su generosidad la familia de A no se muere de hambre. ¡A daría cualquier cosa por ser B!.

B vive en un humilde barrio obrero de una ciudad pequeña y fea, se gana la vida como dependienta en un sencillo comercio y pasa mucho tiempo sola. B tiene buen corazón y colabora en obras sociales siempre que su trabajo y su bolsillo se lo permiten y el resto del tiempo se lamenta amargamente por su introversión y su aspecto físico. Ojalá ella fuera como su amiga C que sale todos los días y cada semana tiene un novio distinto.

C sale siempre que puede, vive el momento, pero eso no llena el vacío que siente en su interior y quizá por ello se acuesta con cada chico que se lo propone con la esperanza de que alguno sea el que lleva buscando toda su vida. Su hermana D, sin embargo, sí que tuvo suerte, C la envidia en secreto porque encontró un hombre cariñoso e inteligente, amable y responsable que cuida de ella y de sus tres hijos. C no es capaz de entender por qué a veces D le confiesa entre suspiros que le gustaría ser como ella.

D esta atrapada en la rutina, el trabajo, los críos, la monotonía familiar. ¡Ojalá viviera como E!, su amiga soltera, la azafata de lineas aereas, que recorre países y países. Ella viaja y folla con uno y con otro a su antojo.

E se pone un poco de rimel y la misma sonrisa cada mañana antes de salir de casa o del hotel, pero en su interior sufre por la farsa que representa cada día. Por mucho glamour que quiera aparentar… ¿qué es en realidad?, se pregunta, ¿una chacha de altura? Sirve bebidas, limpia y ordena el interior del avión, hace teatro (siempre representa la misma obra de las salídas de emergencia y los chalequitos de marras)  coloca maletas, acomoda cuerpos, soporta miradas y comentarios desagradables, obligada a compartir su impecable sonrisa. ¡Lo que daría por tener talento como F! que hace vanguardistas y sorprendentes esculturas con todo tipo de materiales y pinta cuadros de una expresividad salvaje.

F crea arte de la nada, y la gente la felicita y admira su originalidad e ingenio, pero F sabe que su trabajo, en última instancia, no deja de ser una frivolidad. Está asqueada y solo piensa en el error que cometió al abandonar el primer año la carrera de medicina. ¡Qué satisfactorio ha de ser ayudar de verdad a las personas!, como su hermano G, que es cirujano y salva vidas a diario.

G se siente realizado en el trabajo, pero ha de sacrificar buena parte de su vida social, soportar una responsabilidad tremenda y convivir con la tragedia cada día, lo que le agota anímicamente. Cuando se permite reflexionar al respecto se pregunta: si acaso fuera posible empezar de nuevo, ¿no elegiría una vida más fácil como H que trabaja en una oficina de ocho a dos, toma cervezas en el pub y va al fútbol cada domingo?

H piensa en lo genial que debe ser follar a diestro y siniestro, con un montón de tías distintas, de todas las formas posibles como I, que es actor porno y sueña con que tiene el talento necesario para actuar en una película de éxito americana como K, un reconocidísimo sex symbol que, atrapado por sus personajes, niega su condición sexual mientras fantasea con que abandera una corriente gay como L, que en realidad hubiese preferido vivir en el campo, rodeado de naturaleza y animales como M, que ya está hasta los huevos de vacas y caballos y gallinas y se maldice a diario por su falta de valor al permitir que su mujer lo abandonara y se largase con su socio, en lugar de pegarles dos tiros a cada uno como hizo su vecino N, que ahora cumple condena por doble homicidio y se lamenta de no seguir los consejos de O, su padre, cuando le sermoneaba, también arrepentido de su propia vida, para que se dedicara a la política como P, un trepa que a base de hacerse enemigos ha llegado a gobernador y que ahora, después de tres infartos, desearía desaparecer del mapa como Q, el testigo protegido que nunca quiso serlo pero que se vió obligado a  declarar contra R, el peligroso cabecilla de un violento cártel que maldice su suerte por nacer en una humilde familia de agricultores y vivir una infancia de mierda que le obligó, a fuerza de sangre y lágrimas, a convertirse en el despiadado y despreciable ser que sabe que es, cuando está seguro de que tenía la sensibilidad suficiente para hacerse un reconocido hueco en el mundo de la danza como S, afamado bailarín que, en realidad, no cumplió su sueño sino el de la frustrada de su madre T, obsesionada aspirante a musa de la danza y obligada sin embargo a ser camarera y puta. S soñó que de mayor sería acróbata o quizás mago y trabajaría en un gran circo como U, el domador de fieras que sufrió un accidente durante una actuación y murió sin poder decirle a nadie que a quién de verdad admiraba era a V, un reconocido científico que, en público, parece feliz de poseer todas las respuestas y en privado vive aterrorizado por lo qué la comprensión de esas respuestas implica y hubiese preferido nacer con menos curiosidad por todo, como W, que viéndole siempre tan feliz sirviendo cafés y bocadillos en la cafetería del campus, parece imposible que haya tratado de suicidarse cuando su novia X le ha dejado porque de repente se ha dado cuenta de que lo suyo ya no son las ciencias puras sino las espirituales y ha decidido marcharse al Tibet con Y, un ex-convicto y antes banquero, que ha encontrado a Dios entre los muros de una celda pero cuya auténtica vocación siempre fue la canción y su mayor deseo poseer una voz extraordinaria como Z, el cantante de su grupo de música favorito, que debido a su desenfrenado tren de vida y sus alocados excesos se muere irremediablemente. Z se conformaría con ser cualquier otra persona, ¡cualquiera!, con la salud suficiente para poder seguir lamentándose de su suerte al menos un día más.

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