El Primer Hechicero V

Quinto capítulo del relato corto El Primer Hechicero

Quizás quieras leer el capitulo primero o puede que el anterior.

 

EL PRIMER HECHICERO

 

V

El día del reencuentro fue totalmente inesperado. Habían atravesado un gran valle con abundante vegetación, agua y animales, tras el bosque se alzaban unas montañas pequeñas. Si en ellas existiese algún refugio sería un buen lugar para permanecer. Hombre estaba elaborando esos pensamientos cuando Lobo se puso alerta y salió disparado hacia un punto indeterminado entre los arboles.

Poco después oyó los desesperados gritos del pánico que tan bien conocía y se dirigió hacia ellos. Lobo clavaba sus colmillos en una pierna y mantenía inmovilizado a su propietario que se retorcía de dolor y miedo. Su rostro le era familiar, lo reconocía de su Clan, ambos se miraron perplejos. Hombre se acerco a Lobo y le obligó a soltar la presa, se quedó allí gruñendo amenazadoramente.

Llegaron más, Hombre se interpuso entre el animal y las piedras. Hubo gestos, exclamaciones y gruñidos. El grupo se retiró a su refugio trasladando al herido y seguidos en la distancia por los dos recién llegados. No le permitieron acercarse demasiado. Estaban confusos y asustados, nunca antes alguien había burlado al sueño definitivo y nunca antes alguien había hablado y mucho menos dominado a una bestia.

Con cierto temor reverencial todos le contemplaban desde lejos, todos menos la niña, que corrió hacia él nada mas verle sin ser consciente siquiera de los amenazadores dientes y gruñidos que Lobo le lanzaba. Se abrazaron con fuerza y Hombre notó algo diferente en ese abrazo, no solo la presión de algo blando en su pecho, notó algo más, algo que como tantas y tantas otras cosas no era capaz de explicar porque tampoco podía comprender.

Quedó claro que el temor de la tribu impediría que Hombre y Lobo fuesen acogidos entre ellos pero podían establecerse en alguna de las múltiples grietas que existían en la zona mas alejada de la montaña. Niña no quiso volver a separarse de Hombre y, en contra de la opinión de Lobo, se instaló con ellos.

La tribu les llevaba alimentos y pieles periódicamente. Esas ofrendas evitaban que el extraño ser que antes fue su compañero de Clan y la fiel bestia que siempre le acompañaba, se viesen en la necesidad de acercarse por el asentamiento a cazar o a algo peor. A cambio recibían magníficas piedras de sílex y herramientas que Hombre tallaba, actividad esta en la que siempre destacó sobre el resto. También le pedían que liberase a quienes eran apresados por el sueño largo y a veces, pocas pero algunas, Hombre lo conseguía.

Y mañana el último… Prometido... 😉

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