Náufrago

Náufrago. A la deriva… Perdido… Solo…

Náufrago

Perdí el conocimiento tras el impacto. Cuando lo recuperé, aun seguía entero. Contusionado. ¡Solo! A la deriva entre los cuerpos rotos de mis familiares y entre los inútiles restos del que hasta ese momento había sido mi hogar. Parece que un diminuto trocito de universo lo había prácticamente desintegrado.

Vagué por el espacio negro, no sé durante cuanto tiempo, hasta que fui sometido por las caprichosas fuerzas gravitacionales de un sistema planetario que me arrojaron a un mundo horrible y primitivo.

No hubo forma alguna de controlar el rumbo del trozo de chatarra que antaño fue mi Nave Escuela y mi casa. Y menos aun de modificar el de la enorme esfera azulada que amenazadóramente aumentaba implacable su tamaño.

Me metí en una capsula de protección sin pensar en ello. Fue como un acto reflejo, como una reacción automática repetida miles de veces.
Y me arrepentí en cuanto me di cuenta. Pero tarde. Ya no era posible cancelar la activación de la cápsula y salir de ella.

¡Mierda!, ahora será mucho peor -pensé.

Oí la alarma acústica de impacto inminente y busqué el pequeño nicho salvavidas. Fue simple causa-efecto. Hacía mucho que no sonaba. Antaño era un ejercicio periódico, rutinario, y por un momento incluso me permití pensar en la vida antes del impacto contra el pequeño asteroide. Pensé en mi madre. En mis hermanos. En Los Ancianos, la escuela, la nave… la vida de antes…

Ahora mi existencia era un sinsentido. Complétamente perdido y completamente solo. Mi destino lógico clamaba por formar parte de la bola de fuego que me rodeaba mientras atravesaba la densa atmósfera del planeta. Pero mi estúpido acto reflejo me obligó a contemplar el infierno protegido por el campo de fuerza de la pequeña nave de salvamento.

Sí, definitivamente peor -pense de nuevo- Irremediablemente moriré. Asfixiado lentamente en una atmósfera tóxica. O dolorosamente aplastado por una gravedad inquebrantable.

Pero la realidad fue más cruel aun: Sobreviví…

Sí, la capsula me salvó del impacto, la atmósfera era extraña aunque respirable y la gravedad incomoda pero soportable. Sin embargo la lucha contra las criaturas foráneas ha sido agotadora, extenuante.

Son bichos despreciables. Dotados de inteligencia precoz pero de comportamientos perversos y dénsamente rellenos de fluidos y malas intenciones. Eso al menos me hace más fácil la desagradable tarea de quitarles la vida.

He tenido que matar a muchos de ellos pero siempre ha sido por razones justificadas. Para defenderme o protegerme y cuando era necesario también para alimentarme…

Hace muy poco he comprendido parcialmente las pautas de comportamiento de esta infame forma de vida cuya crueldad, adoptando como norma el sometimiento y exterminio de cualquier otra forma de vida, les ha permitido ser la especie más peligrosa y extendida en este mundo extraño.

He descubierto las diferentes formas que tienen de comunicarse entre ellos y gracias a esto he sido capaz de acceder a su rudimentaria tecnología, lo que me ha permitido enviaros este mensaje de petición urgente de auxilio junto a las coordenadas del planeta donde me encuentro y al que llaman La Tierra.

Petición de auxilio de Gor, Sexto descendiente de Taave. Comandante de la Nave Escuela Sicus de la Flota del Tercer Sector de Antares fallecida junto al resto de habitantes de la nave.

 

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