El Tarot

Hola gente, bienvenidos al primer relato corto del blog www.vayacuento.com: El Tarot. Como ya os he adelantado habrá sobre todo micro y nanorelatos pero también cuentos cortos.

Quizá debería empezar con uno más impactante pero voy a hacerlo con el primero que escribí, hace ahora un año, y lo hago incluyendo, literalmente, la presentación. Al fin y al cabo si la escribí entonces por algo sería…

 

DISCULPAS Y AGRADECIMIENTOS

🙁

Mis disculpas a todos aquellos que puedan sentirse ofendidos por el contenido de los siguientes relatos. Piensa que no te conozco así que no lo tomes como algo personal si me meto con tu religión o tu partido político.

Mis disculpas a todos los escritores de verdad y en especial a Quim Monzó, si te imito es, sencillamente, porque me parece que eres un genio y creo que es a los genios, y no a los borregos, a quienes todo el mundo debería intentar emular.

Mis disculpas a todos aquellos que tras leerme consideren que han perdido su tiempo inútilmente. Es lo último que espero y lo que más me dolería. Mi principal objetivo con estos relatos es arrancarte una reflexión y robarte una sonrisa.

😉

Mis agradecimientos son para mi familia y amigos que me soportan, para mi monociclo eléctrico, si no me hubiese roto el brazo en pleno Agosto seguro que estaría haciendo cualquier otra cosa en lugar de esto. También para Lara e Irene, mis correctoras personales, criticas en sus ratos libres y además mis hijas.

Y una mención especial para una tía estupenda que, en definitiva, fue el origen de la idea. Gracias Aitziber.

EL TAROT

Para JJ el tarot, y todas las artes adivinatorias en general, nunca han tenido credibilidad alguna. Siempre a vivido tan razonablemente bien como para no necesitar los servicios de ningún médium ó adivino. Pero en los últimos meses todo se ha vuelto del revés, ha perdido a su mujer en un accidente de automóvil y su trabajo debido a la lamentable situación económica y pasa los días como perdido en una espesa bruma sin saber cuál ha de ser el siguiente paso a dar. Un amigo, también escéptico como él (por eso se fía), le ha insistido en que consulte a un vidente, uno de verdad, uno serio que, le asegura, a él le dio muy buenos consejos.

JJ se ha negado, obviamente. Se ha resistido durante semanas… pero, finalmente, su frustración existencial y la insistencia de su viejo amigo, cuyo buen juecio siempre ha valorado, le han hecho ceder y aquí está, frente al portal del brujo, dudando si llamar al timbre o irse a tomar una cerveza, y es que justo hoy es uno de esos días de calor infernal.

En el portal hay una plaquita dorada en la que pone, en rebuscada tipología arcana, “Desvele Su Futuro Ahora 1ºD”. Ya sabe que no ha de llamar a ese timbre sino al tercero izquierda, que no tiene cartel alguno pero que es la vivienda del verdadero vidente. El del primero es un cara dura, que simplemente se aprovecha de la fama del otro y le roba clientes despistados pero de adivino nada de nada. Tan sólo le dirá las típicas frases que sirven para todo tipo de personas y situaciones. Eso al menos es lo que le ha dicho su amigo.

Aprieta el botón del portero automático y el mecanismo de la puerta se activa sin preguntas, sube los peldaños de madera del viejo edificio sin ascensor hasta el rellano del tercero donde le espera un hombre de su edad con sonrisa amable. Se saludan, entran, se sientan. Hace calor, ¿verdad? ¿Qué me va a decir usted? A punto he estado de acercarme al bar de enfrente para refrescarme con una cervecita. JJ le paga, está nervioso.

El adivino le ofrece una gastada baraja de tarot, le dice que mezcle las cartas y que sea él mismo quien ponga siete de ellas, las que él quiera, boca arriba sobre la mesa. JJ lo hace con un leve pero irracional temblor en los dedos. Al adivino se le crispa el rostro casi de inmediato. Como es un buen hombre le gusta, sobre todo, poder ofrecer buenas noticias y esperanzas y cuando las cartas le hablan de enfermedades, infidelidades, problemas laborales, familiares o dramas similares trata de suavizarlos enfatizando primero las cosas buenas que ve. En esta ocasión, sin embargo, y por primera vez, las cartas le hablan de una muerte inminente y trágica. No ve absolutamente nada positivo para suavizar el golpe y se le hace un nudo en el estómago ante la perspectiva de tener que decírselo al cliente. Valora la posibilidad de no hacerlo. Siempre ha sido sincero, de ahí su buena fama de vidente serio y honesto, pero es cierto que tampoco antes se ha visto en una situación de gravedad similar. Decide, con disimulado malestar, repetir la sesión para ganar tiempo y también por ver si obtiene un resultado menos desalentador pero no es así. La muerte sigue ahí, toda ella, urgentemente presente. Duda. Finalmente decide no angustiar al hombre, ya de por si afectado por la tristeza, y se excusa diciendo que hoy no se encuentra bien, lo lamenta muchísimo pero preferiría que lo intentasen de nuevo la próxima semana. A veces pasa, miente. Lo siente de verdad. Le devuelve el dinero y lo acompaña con cierta premura hasta la puerta donde lo despide con prisa y nuevas disculpas.

Una vez a solas no se lo quita de la cabeza, ¿debería haberle dicho la verdad?, ¿cambiaría eso la situación?, ¿podía él hacer algo? Camina por el pasillo, desde la cocina hasta el salón y de nuevo a la cocina, una y otra vez hasta que resuelve que ha de buscar al cliente y decírselo, el pobre hombre tiene derecho a saberlo. Si se enfada y le grita, si no le cree y decide hacer caso omiso de su predicción será asunto suyo, pero al menos el vidente habrá hecho todo lo posible. Baja las escaleras muy rápido, corre unos metros calle abajo y después vuelve en sentido contrario, pasa el portal y corre calle arriba, mira en varias calles perpendiculares. No hay rastro. Entonces recuerda el bar, quizá haya ido a tomarse aquella cerveza. Corre hasta la cafetería y entra; lo busca pero no está. Ahora el vidente está cansado, sudando, lo ha intentado se dice, no puede hacer más. Mientras recupera el aliento pide al camarero una cerveza y la toma sin prisa.

Apenas sale del bar, el vidente es atropellado por un coche que invade la acera para esquivar a un imprudente crío que ha salido a la carretera de improviso, y muere en el acto. Dos minutos más tarde JJ sale del portal con cara de decepción y preguntándose por qué hostias le habrá hecho caso a su amigo. Puesto que el buen vidente no ha podido decirle nada y teniendo clarísimo que no iba a intentarlo de nuevo la semana que viene (¡con lo que le ha costado ya decidirse a venir hoy!), ha pensado que ya que esta aquí, ¿por qué no intentarlo con el otro?, al fin y al cabo él piensa que son todos iguales. Tal y como esperaba, este tampoco le ha dicho nada excepto vaguedades. Que si le esperaba un futuro muy prometedor, que si debería considerar el día de hoy como un nuevo comienzo, que el amor y la felicidad lo estaban esperando, etc… En fin, tonterías.

Está tan desanimado que ya ni siquiera le apetece la cerveza y además hay un jaleo tremendo en la acera de enfrente, junto al bar, así que decide irse a casa.

Bienvenido nanolector !!! ¿que te cuentas hoy?

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