Desde Bilbao

imagen lateralDesde Bilbao me gustaría deciros que mis cuentos son para todo el mundo pero va a ser que no… Literalmente es imposible porque no todo el mundo va por ahí usando este sencillo y práctico lenguaje que es el castellano. Muchos se complican la vida de mil y una formas distintas inventando maneras de no entenderse con el resto de sus semejantes y en consecuencia adoptan estrategias grafológicas de lo más variopintas.

Cuando digo que mis relatos no son para todo el mundo tampoco me refiero a la típica barrera generacional por edad. Es ciero que abuso del cinismo, soy políticamente incorrecto, y algunos personajes matan, se mueren o follan en mis historias. Pero aunque blasfeme o suelte retahílas de tacos os aseguro que no encontrareis en estos cuentos despropósitos mayores que los que veis habitualmente en vuestro día a día. Cuando digo que mis historias no son para todo el mundo me refiero, más bien, a una limitación semántica.

Entre los que dominan, o al menos usan, el castellano hay otro gran grupo que no entenderá algunos relatos porque contengan expresiones que les resulten desconocidas por razones geográficas, sociales ó culturales. Esto, en una novela común, sería un mal menor por que puedes perderte alguna descripción, algún diálogo, y aún así comprender la obra en su conjunto pero aquí será un poco más difícil dada la brevedad de los textos.

Además, algunos nanorrelatos son, ya de por sí, pequeños puzzles y esto me lleva a descartar a otro tercer grupo: Ya te dije que como son ‘nano‘ y ‘micro‘ muchas veces tendras que rellenar tú los huecos, ya sabes: aquello que hablamos de la colaboración mutua, y eso no será posible si careces de los conocimientos necesarios. Nada del otro mundo ¿eh?, genéricos, pero al menos te han de sonar algunas cosillas para entender el contexto. Esto reduce aún más mi club de fans.

Así pués, creo que escribo para un grupo bastante selecto, ojalá pertenezcas a él.

Y sí, desde Bilbao. Es en esta bonita ciudad, de clima injusto, donde nacen mis relatos. Supongo que a fuerza de años (y son unos cuantos ya) hay una pequeña parte de ella en mí, e inebitablemente una diminuta parte de mí en mis textos. Así que por aquello de la magia transitiva también una nanoparte de Bilbao en cada nanorrelato.

Oskar.